
Hay una historia de una señora que huye de los tigres. Corre y corre, pero los tigre están
cada vez más cerca de ella. Al llegar al borde de un precipicio, ve algunas enredaderas, así
que agarrándose a ellas, empieza a descender por la pared del abismo. Al mirar hacia abajo,
descubre que también hay tigres. Entonces nota que un ratoncito está royendo la
enredadera a la que se agarra. Cerca de ella también descubre un bello y pequeño manojo
de fresas que crecen en una mata de hierba. Mira hacía arriba y hacia abajo. Mira al
ratoncito. Entonces simplemente coge una fresa, se la introduce en la boca, y la saborea por
completo.
Tigres arriba, tigres abajo. Ésta es en realidad la difícil situación en que nos hallamos
siempre, en términos de nuestro nacimiento y nuestra muerte. Cada momento es
simplemente lo que es. Puede que sea el único momento de nuestra vida, la única fresa que
comamos. Podemos deprimirnos antes ello, o podemos finalmente apreciar y gozar lo
precioso de cada momento de nuestra vida.